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En una conferencia realizada por la Comisión Permanente Episcopal Española, en el año 2004, durante la época en la que el caso de Ramón Sampedro había cautivado a todos los medios de comunicación, la Iglesia Católica y Cristiana, ratificó el desacuerdo frente al procedimiento de la Eutanasia, catalogándolo como Inmoral y antisocial, exponiendo uno a uno de sus argumentos con base a las ideologías de su doctrina.
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Las declaraciones realizaban una fuerte denuncia ante la sociedad, frente a las campañas publicitarias que informaban y buscaban la aprobación de la legalización de este procedimiento, calificaron el Caso de Ramón Sampedro, como raro, y explicaron que la comunidad discapacitada en su mayoría, eran personas que se caracterizaban por adquirir durante el proceso de su enfermedad un gran sentimiento de superación personal y el deseo por compartir una vida digna, explicaron que el caso Sampedro era extremo. “para lo extremo y raro no haría falta legislar”.
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Las consideraciones de la iglesia frente a la persona que lo practica, radican en la afirmación del hecho como un acto homicida, explicando que independientemente de que la persona que sufra la enfermedad, sea quien lo solicite, es un hecho antimoral e intencional, en la que se está desvalorizando la voluntad de Dios.
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Expusieron en su argumentación como soporte las palabra del papa Juan Pablo Segundo, “De acuerdo con el magisterio de mis predecesores, y en comunión con los obispos de la Iglesia Católica, confirmo que la Eutanasia es una grave violación de la Ley de Dios, en cuanto a eliminación deliberada y moralmente inaceptable de una persona humana”.